martes, 6 de noviembre de 2012

TRABAJO Y DIGNIDAD: LO QUE HEMOS PERDIDO EN EL CAMINO


Se dice con frecuencia que “el trabajo dignifica al hombre” y que “todos los trabajos son dignos”. De hecho solo un necio afirmaría lo contrario.

Pero cuando se habla de dignidad se hace referencia al trabajo en sí, al hecho de que ser juez no es más digno que ser barrendero, ni ser ingeniera más digno que ser asistenta.

Para fomentar la estima por muchos trabajos, se les ha cambiado incluso la denominación como si ello los dotase de mayor dignidad, a pesar de que, al cambiar el nombre, quizá se esté ya discriminando negativamente  una determinada actividad: un juez -persona que tiene por oficio juzgar y sentenciar- sigue siendo un juez mientras que una asistenta -mujer que trabaja en las faenas domésticas de una casa sin residir en ella y que cobra generalmente por horas- ha ido evolucionando a través del tiempo hasta la actual empleada del hogar.

En todo caso, tanto el ingeniero como el barrendero, si pierden el puesto de trabajo,  consideran que dejan de ser útiles, se sienten inseguros, desvalorizados e incluso aislados socialmente, lo cual viene a confirmar la máxima de que “el trabajo dignifica al hombre”.

No se habla, en cambio, de la dignidad en el trabajo. La palabra dignidad se ha devaluado. Es una cualidad más propia de los humanos que de las cosas. Ningún trabajo puede ser digno si no es digno quien lo desempeña.

 
 

Antes se fomentaba el orgullo por el propio trabajo, “la satisfacción del trabajo bien hecho”,  se decía. Hoy se defiende el derecho a un trabajo digno pero se pisotea la dignidad cada vez que ese trabajo no se desempeña correctamente, con eficiencia. Y ninguna situación política, ni económica, ni siquiera personal, justifica realizar mal el trabajo o no realizarlo incluso.

Si el mundo ha seguido adelante a pesar de guerras, hambre y pobreza, grandes injusticias, gobernantes nefastos, pueblos idiotizados, inercia embrutecedora, pesimismo cegador… es porque siempre ha habido personas que han seguido su camino, el camino de la honestidad, de la fe en su profesión, que consiste en creer que el fruto de su trabajo dará otros frutos y esos frutos otros y así sucesivamente. En eso consiste el progreso y la evolución. Esta es hoy la gran revolución.

 

 



sábado, 7 de julio de 2012


A VECES EL SENTIDO COMÚN DICTA

IR CONTRA CORRIENTE



Que todos están de mal humor porque cada vez ganamos menos, tenemos que trabajar más y hasta lo más necesario se está poniendo por las nubes: yo muestro mi lado más amable.

Que alegrarse -aunque no guste el futbol- porque gana la selección española la Eurocopa  es, según algunos, signo de lavado de cerebro y de falta de sentido de la realidad: pues yo me alegro muchísimo, por la roja, por los futbolistas, por Del Bosque, por la mayoría de los españoles, por quienes hicieron caja esos días vendiendo cervezas, camisetas, banderas o lo que fuera, por la inyección de adrenalina roja y amarilla.

Que todos están preocupados por la prima de riesgo, pues yo me preocupo por el riesgo de toda mi gente y hago lo posible por evitarlo.

Que muchos piensan que no ver u oír las noticias es de inconscientes e irresponsables, pues yo consciente y responsablemente busco sólo programas y noticias aleccionadores que me ayuden a progresar y no a hundirme.


miércoles, 6 de junio de 2012


EL JUICIO Y LA AMABILIDAD

El juicio es la “facultad del alma, por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso”, es el “estado de sana razón, el asiento, la cordura”.

A su vez la amabilidad es “la cualidad y la acción amable”, es decir, “digna de ser amada”.

La sensatez, el sentido común, el juicio son la forma más palpable de la inteligencia, la forma más provechosa y más benéfica para sí y para los demás. No puede haber juicio sin amabilidad, pues entonces sería pernicioso, no sería sana razón.

La grosería, la zafiedad, la descortesía son signo de necedad, de estupidez.

“Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá”                                                                       Charles Chaplin en EL GRAN DICATADOR

lunes, 7 de mayo de 2012


Es difícil mantener la cabeza en la sensatez en la vida cotidiana, en la rutina. Nos ametrallan a diario con malas noticias, con pequeñas y grandes injusticias, con infamias y mezquindades y lo más humano y espontáneo es la reacción visceral. Lo juicioso es respirar profundamente, abrir las manos, extender los brazos y decir: “no voy a caer en la trampa” y dar la espalda a la ira.


Cuando surgen los problemas de verdad, los que nos tocan de cerca y nos hacen sufrir,  tasamos los demás avatares en su justo valor y tras el dolor inicial, conseguimos ver el arco iris entre los nubarrones grises y pensamos: “nunca llovió que no escampara”.


Pocas cosas quedan por decir que no se hayan dicho ya pero no está nunca demás repetir las de los sabios.







martes, 1 de mayo de 2012


RECETA DEL SENTIDO COMÚN





















































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