He pensado en vender sentido común, no porque me sobre: un
agricultor vende lo que cultiva; tampoco porque lo considere una mercancía, pero se valora más lo que tiene un
precio.
He pensado vender sentido común porque soy optimista y en
consecuencia idealista: quiero conseguir que el sentido común se ponga de moda y aportar el punto de vista juicioso de la gente común que vive en la calle y en la realidad más común y que acostumbra a departir y a aportar el enfoque que hace reflexionar sobre lo esencial de la vida, incluso de la más cotidiana.
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